sábado, 21 de abril de 2007

Biologìa de los Insectos.

Biología

El ciclo biológico de los insectos es muy variable. En general se pueden explicar como se verá más adelante, aunque veremos ciertos matices que también serán generales. Vamos intentar hacer un seguimiento de este grupo de animales desde la transferencia de esperma hasta que la hipotética descendencia de esta transferencia esté en condiciones de reproducirse, es decir, analizaremos las generalidades de su ciclo biológico.

Transferencia de esperma: la transferencia indirecta primitiva.

El proceso normal de reproducción en los insectos implica la fecundación del óvulo por un espermatozoide, si bien hay otras maneras de hacerlo, estando muy extendida la partenogénesis en varias modalidades que no vamos a tocar en profundidad.

Considerando el conjunto del grupo, la transferencia de esperma es en principio indirecta, mediante un espermatóforo e incluso, en los casos menos evolucionados en este aspecto, implica un comportamiento reproductor primitivo en el conjunto de los artrópodos terrestres; el comportamiento se va complicando siendo necesario el encuentro de la pareja, acoplamiento, etc., y en los órdenes más evolucionados se alcanza transferencia directa de esperma con la complejidad que ello conlleva.

En los órdenes más primitivos (aunque no todos ellos) los machos deponen un espermatóforo sencillo y delicado, típicamente pedunculado y con cuerpo esférico y ovoidal. La localización por la hembra del espermatóforo se realiza al azar o intervienen feromonas masculinas atrayentes que lo embadurnan, sin hilos guías o estructuras semejantes. Esta forma de transferencia de esperma se da sólo en algunos insectos no alados (apterigotas)

Apareamiento

En los casos más evolucionados se da un apareamiento, que es absolutamente necesario en todas las especies actuales de pterigotas (insectos con alas).

Para producirse el apareamiento se necesita que se haya encontrado la pareja y que se haya producido el reconocimiento entre los dos miembros como posibles acoplantes. El encuentro se produce como consecuencia de una determinada acción que uno de los sexos ejerce sobre el comportamiento de un individuo del contrario que es atraído. Implica por tanto un estímulo y una recepción. Los estímulos son generados normalmente por las hembras y pueden ser de tres tipos: olfatorios, fónicos y visuales.


A. Los estímulos químicos son los más frecuentes y podrían considerarse los más primitivos. Las sustancias de reclamo son feromonas, segregadas por glándulas diversas, según los casos. Este tipo de sustancias se encuentra sobre todo en las hembras de mariposas (Lepidoptera) pero también se han reconocido en Isoptera, Dictyoptera Blattaria, Coleoptera e Hymenoptera. El caso es que las hembras segregan estas sustancias azarosamente, y los machos, al detectarlas, seguirán el rastro de esa sustancia para encontrarse con su pareja y consumar la cópula.

Los estímulos audibles están menos difundidos y son de dos tipos:

I. Aquellos "ruidos" producidos por el macho con ese fin, como la estridulación de Ortópteros (los sonidos que producen los grillos para atraer a las hembras son un buen ejemplo).
II. Aquellos otros que producidos por el macho o la hembra guían al congénere. En concreto este punto se refiere al sonido de las alas, que es característico de cada especie. Esto es muy común en los mosquitos.

B. Los estímulos visuales también están muy difundidos y son de diversos tipos, pero los que predominan son sobre todo la luz y el color. La luz es un estímulo conocido en las luciérnagas, pero no está muy claro que sea un estímulo puramente sexual y es producida por muy pocos insectos. El color (y el "diseño") es estímulo para emparejamiento de muchos lepidópteros, así como el color que presentan determinadas flores, que es atractivo para machos y hembras de una especie.


Al encuentro de la pareja le sigue el reconocimiento, que es el primer paso e incluso, en ocasiones, el único sentido de la parada nupcial. El reconocimiento en ocasiones -y según los diferentes grupos- lo realiza sólo la hembra, sólo el macho o ambos. Este reconocimiento puede realizarse por estímulos del mismo tipo e incluso los mismos que facilitaron la aproximación, pero también por otros diferentes.


El reconocimiento permite en ocasiones distinguir especie y sexo, pero en otras solamente la especie, lo cual hace relativamente frecuentes los intentos de machos para acoplarse con otros de su especie. En ocasiones es tan perfecto que permite conocer si la hembra está fecundada o no. En definitiva, el objetivo de estas paradas nupciales es el acoplamiento, y los comportamientos en ellas puedan llegar a ser muy diferentes para llegar a culminar todo con la cópula.


Inseminación

Como hemos visto antes, la inseminación indirecta es un comportamiento propio de los insectos menos evolucionados y es propia de todos los apterigotas. Para ello, el esperma se transmite mediante una estructura especializada, más o menos compleja, que lo encierra en su interior, llamada espermatóforo.

Pues bien, en los insectos con alas, también se pueden encontrar espermatóforos como vehículos para la inseminación, aunque haya acoplamiento. De esta forma, se han descrito 4 maneras en las que el espermatóforo llegará a ser recibido por la hembra durante el acoplamiento, que van desde una cópula digamos "no verdadera" en la que un espermatóforo muy complicado se inserta en el brocal del orificio genital femenino (no en el propio orificio), hasta una verdadera cópula con verdadera eyaculación, en la que el espermatóforo es sólo una reminiscencia, como una especie de tapón que se segrega después de la expulsión del esperma. Como se puede deducir, estas formas de inseminación tienen que ver con el grado de evolución que posea la especie, y, por tanto se dará más en unos Órdenes que en otros; pero como dentro de cada Orden se pueden apreciar distintos grados de evolución, es fácil encontrar más de una de estas formas de inseminación relacionadas con la complejidad de los espermatóforos.

El número de espermatóforos que puede producir un macho está más o menos determinado por cada especie y es muy variable. La salida del esperma implica, en los casos más primitivos, una rotura del espermatóforo. Esto se puede lograr traumáticamente por acción del macho durante la cópula o por unas estructuras escleróticas, endurecidas, que las hembras poseen en la vagina. Pero lo más frecuente es que se consiga químicamente, como consecuencia de secreciones proteolíticas de las glándulas del aparato reproductor femenino.

Pero además, ocurren entre los insectos inseminaciones directas, sin espermatóforos y que implican la existencia de órganos masculinos penetrantes, que no eran necesarios en los casos anteriores.

Puesta

La oviparidad es una norma primaria entre los insectos (hay excepciones, en las que se da viviparidad).
El número de puestas es unas característica propia de la biología de las hembras, característica que puede ser particular o extensiva a un grupo taxonómico más amplio. En este sentido hay insectos que sólo ponen huevos una vez en la vida (Ephemeróptera) y otros cuyas hembras están toda la vida poniendo huevos sin parar, como las reinas de las termitas.

Los huevos se pueden poner aislados, en grupos, protegidos o no... y de muy diversa morfología.

El número de huevos dentro de cada puesta es también variable y característico dentro de unos límites lógicos marcados por el estado de alimentación de las hembras, sobre todo, y también según ciertos requisitos ambientales. El récord en este sentido lo tienen las hembras de una especie de termitas (Anoplotermes silvestri) que pueden poner 7570 huevos al día durante varias decenas de años.


Huevos

No podemos entrar aquí en la consideración por su diversidad, de las formas, tamaños y peculiaridades de los huevos de los insectos. La estructura íntima de los huevos de insectos sí que presenta una notable homogeneidad, como era de esperar.

El zigoto está externamente recubierto por el corion, constituído por una capa superficial más o menos rígida y otra interna de naturaleza cérea. Internamente al corion se encuentra la membrana vitelina, que está asociada a la serosa que el embrión desarrolla rápidamente, costituida por una endocutícula quitinosa y una epicutícula con otra capa de cera, de tipo fibroso.

El corion es una envuelta de protección de todo tipo, pero no puede aislar totalmente al embrión (de hacerlo, éste no se desarrollaría). Al efecto hay que destacar que existen diversos dispositivos anatómicos y fisiológicos que se dan para permitir el paso de oxígeno, dióxido de carbono y agua.

El desarrollo postembrionario y la metamorfosis

Estamos ante unos de los puntos en los que los insectos son únicos en la naturaleza, incluso como grupo: la metamorfosis.

Pero vamos a situarnos un poco, al salir del huevo cualquier insecto posee una característica común: no puede reproducirse (eso lo hará en la fase de imago o adulto) y su única función vital es la alimentación. Pues bien, el conjunto de cambios de forma y hábitos que sufre el insecto hasta alcanzar las características del adulto se denomina

METAMORFOSIS.

Podemos decir que hay dos tipos principales de metamorfosis, que se pueden generalizar hasta niveles taxonómicos de Orden:


A. Metamorfosis completa. El insecto que sale del huevo es una larva, un pequeño gusanito que no se parece en nada al insecto adulto. A los insectos que sufren este tipo de metamorfosis en su ciclo vital se les llama holometábolos, y son los más evolucionados en este sentido. El paso de larva a imago tiene una fase intermedia, que se denomina pupa (donde los cambios preparan al insecto para reproducirse, despues de una buena alimentación). Es decir, los insectos incluidos aquí sufren dos metamorfosis: de larva a pupa y de pupa a adulto. Se podría resumir este camino hacia la madurez así: larva - pupa - adulto (y los guiones serían las metamorfosis). Como ejemplo digamos que este tipo de desarrollo se da en mariposas, escarabajos, moscas, etc. En el esquema de abajo se ilustra todo esto.


B. Metamorfosis incompleta. El insecto que eclosiona del huevo es parecido al adulto, pero donde no tiene los atributos genitales desarrollados ni alas. A estos estados juveniles se les llama ninfas, y en estos casos la metamorfosis es progresiva. O sea, en este caso ninfa - adulto. A los insectos que se desarrollan así se les llama heterometábolos. Este tipo de desarrollo se da por ejemplo en los saltamontes, o las cucarachas, o las chinches, como se ilustra en el esquema siguiente. .

O sea, del huevo de un escarabajo eclosionará un gusano, que tras cierto tiempo se convertirá en una pupa que, de nuevo al cabo del tiempo, dará lugar a otro escarabajo adulto que se preocupará sobre todo en reproducirse.

Por otra parte, del huevo de un saltamontes nacerá un saltamontes pequeño, sin alas, que las irá desarrollando hasta convertirse en un adulto con capacidad reproductora.
Hay muchas clasificaciones de tipos de larvas, pupas y ninfas, según su morfología, que no veremos ahora.

Quiescencia y diapausa

No podemos terminar el tratamiento del ciclo vital de los insectos sin referirnos brevemente a hechos tan importantes como la quiescencia y la diapausa.

Ambos procesos son detenciones del crecimiento o de la actividad vital del animal.

La quiescencia es una detención del crecimiento debida a condiciones ambientales desfavorables. Por ejemplo, algunas moscas con adultos invernantes en lugares protegidos salen de ellos en días soleados y templados. La diapausa es una detención producida exclusivamente por factores internos (establecida perfectamente en la especie). Ocurre así aunque en su origen remoto hayan intervenido pretéritas condiciones ambientales y aunque el factor desencadenante del proceso sea ambiental, pero siempre tras haber pasado un periodo preestablecido.

http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd98/Naturales/05/anatomia.html

John Cohen

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